A las puertas de Ratisbona, una hermosa localidad en Baviera, existe una tradición cervecera que se remonta a más de 300 años de antigüedad. La cerveza es un bien cultural que en el caso de la cervecería de Eichhofen celebra ya su cuarta generación. Con ocho especialidades diferentes y una producción de más de 28.000 hectolitros, esta tradicional cervecera abastece desde hace muchos años a la región del Alto Palatinado y la Baja Baviera. Sus 17 empleados trabajan a diario con pasión en la elaboración de los productos. Otros “empleados” igualmente importantes son las líneas de Krones que se encargan de lavar los envases vacíos, llenar la cerveza y etiquetar las botellas.
Para Eichhofen fue una auténtica pesadilla. Poco antes de comenzar la temporada de verano, su lavadora de botellas de casi 40 años de antigüedad sufrió daños en el engranaje. La temporada alta peligraba, pero ecomac, la filial de Krones, y una feliz coincidencia resultaron ser al final los que salvaron la situación.
Conmoción el sábado por la mañana
Es precisamente en la temporada de verano cuando las líneas funcionan a máximo rendimiento para satisfacer la alta demanda. Pero este año hubo antes que sobreponerse a una conmoción: el 29 de abril colapsó la lavadora de botellas. Michel Schönharting, titular de la cervecería, anotó el hecho en su calendario: “10 de la mañana. Parada en planta”.
“Ese sábado teníamos pensado reponer nuestro almacén. Del miércoles al viernes estuvimos realizando tareas de mantenimiento para empezar bien la temporada. Se trataba simplemente de un mantenimiento preventivo”, afirma Schönharting. “El sábado por la mañana, sin embargo, me di cuenta de que la lavadora de botellas, una máquina de Steinecker del 1986, tenía dañado el engranaje. Y en el acto nos preguntamos: Y ahora, ¿qué? Estaba claro de que se trataba de palabras mayores. Nos vimos obligados a reemplazar el engranaje con lo que fuera porque obviamente estaba destrozado”, recuerda el titular de la cervecería.
Con la esperanza de conseguir el repuesto para el engranaje, Michel Schönharting se dirigió a ecomac, un proveedor de maquinaria usada y filial de Krones. Sin embargo, y debido a la antigüedad de la máquina, no se disponía de piezas adecuadas en stock. La situación parecía desesperada cuando a ecomac se le ocurrió una idea: ¿No se vendió recientemente una máquina parecida cuando se liquidó una cervecería? “Sabíamos dónde estaba la máquina. Observando los planos nos dimos cuenta: podría funcionar”, recuerda Martin Heinrich, Senior Sales Manager de ecomac.
Lo que al principio pareciera una feliz noticia, resultó ser otro sobresalto para el titular de la cervecería, Michel Schönharting: ¿Sustituir una máquina entera? Pero la cosa estaba clara. No había alternativa real por falta de tiempo. Además, los especialistas de Krones ya habían estado estudiando en local la máquina sustitutiva sentenciando que sería perfecta para Eichhofen. El 16 de mayo, ecomac adquirió finalmente dicha máquina, habilitándola en seguida para su misión posterior y vendiéndosela después a la cervecería.
“Algo de proporciones desmedidas para una empresa tan pequeña”
Mientras Krones y ecomac preparaban todo para el reemplazo, Michel Schönharting no paraba en su cervecería. “Influyeron muchos factores: por un lado, los aspectos organizativos con la ‘nueva’ máquina, pero también el hecho de tener que buscar rápidamente una solución para salvar el desfase temporal, es decir, echar mano de una embotelladora por contrato para que la producción no se paralizara por completo”. Resumiendo, que en Eichhofen solo se elaboraba y almacenaba la cerveza, la cual era posteriormente transportada a una embotelladora por contrato para su envasado. “Fue un momento estresante y algo de proporciones desmedidas para una empresa tan pequeña”, dice Schönharting. “Luego todo fue volando porque todos estuvimos tirando de la misma cuerda”. La nueva máquina llegó el 26 de mayo, casi cuatro semanas exactas del colapso de la otra.
La introducción de la máquina en la nave, una Lavatec KEK de Krones del año 2002, fue otra aventura: “Nuestras instalaciones, en realidad, no están pensadas para eso. La máquina pesa unas 40 toneladas, por lo que tuvieron que intervenir varios tráilers de cama baja y grúas. Nuestro arquitecto, el electricista... todo el mundo estaba muy tenso, era un trabajo milimétrico”, recuerda el titular de la cervecería. Finalmente, la máquina fue colocada con la máxima precisión, dejando únicamente 1,5 centímetros de espacio por cada lado. Además, de la máquina colgaban unos 80 cables de vapor, electricidad y agua que todavía quedaba por tender.
Y por último, el momento más emocionante de todos: la puesta en marcha. La lavadora de botellas había estado parada durante un año y medio antes de ser puesta de nuevo en marcha en Eichhofen. El primer envasado con agua tuvo lugar a principios de junio, y funcionó. “Nos quitó un peso de encima. Echando la vista atrás, es increíble lo rápido que sucedió todo”, dice Michel Schönharting. Además, la nueva máquina ofrece algunas ventajas técnicas. Por un lado, el consumo de energía y agua, el sistema de control y los aspectos de seguridad operativa son mejores que los de su predecesora. Por otro lado, puede abastecerse fácilmente de todas las piezas de repuesto. Un final feliz por el que merece la pena brindar.