En noviembre de 1992 fue la primera vez que en los registros de pedidos de Krones apareciera la entrada “Ottakringer”. En los años noventa fue cuando esta cervecería familiar con sede en Viena se iniciara con las líneas de Krones. Y todavía hoy, más de 30 años después, la colaboración sigue siendo muy sólida. La última entrega a Viena fue muy especial porque fue sustituida nada más y nada menos que la pieza central de la línea existente y Ottakringer optó por una tecnología innovadora: la Dynafill.
Esta decisión encaja perfectamente con la filosofía de esta cervecería privada familiar, como describe Tobias Frank, director general y primer maestro cervecero de Ottakringer: “De por sí somos muy abiertos a innovaciones que aporten eficiencia y siempre nos gusta estar a la vanguardia”. Su compañero Rudolf Jilch, jefe de la división de llenado y mantenimiento, añade: “¡Sí, lo hacemos mucho!”. Con máquinas que llevan tan poco tiempo en el mercado, siempre se necesita coraje y siempre nace la incertidumbre de si todo funcionará perfectamente desde el principio o no; al fin y al cabo, hay que seguir garantizando el suministro de cerveza al mercado. “Pero con Krones no hay problema. Si no fuera así, probablemente tampoco nos atreveríamos a hacerlo”, dice Jilch.