El plástico más importante para nuestro sector sigue siendo el PET. Según Euromonitor, en 2018 se produjeron 573.000 millones de envases de PET para bebidas.
Ligero y resistente
Aunque los envases de plástico solo pesan unos gramos, son extremadamente fuertes y resistentes. La pared de los envases de PET para bebidas, por ejemplo, presenta un espesor de unas décimas de milímetro. No obstante, puede soportar todo tipo de cargas, golpes y tensiones tanto durante la producción como durante el transporte. Si se nos escapa de las manos una botella de PET al abrirla o se cae un palet entero de la carretilla elevadora, los envases en sí y su contenido permanecerán intactos, a diferencia de las botellas de vidrio.
Libremente moldeable
Los materiales de envase y embalaje como el PET, el PE y el PP se denominan «termoplásticos». Poseen la cualidad de fundirse cuando se calientan y de endurecerse cuando se enfrían. Los plásticos pueden adoptar pues cualquier forma imaginable, no solo una vez, sino tantas veces como se desee. Esto significa que, con los plásticos, los productores de bebidas y alimentos pueden crear una infinita variedad de envases que, una vez consumidos y reciclados, pueden volver a moldear.
Económico y seguro
Los plásticos para envases y embalajes como el PET pueden ser fabricados de forma muy eficiente. Esto no solo repercute positivamente en los costes de producción, sino también en el precio de venta del producto final. Al mismo tiempo, protegen los productos sensibles como las bebidas, los alimentos y las medicinas contra el oxígeno, los gérmenes y otras influencias perjudiciales. Esto atañe especialmente al agua envasada. A los consumidores de los países desarrollados el plástico podría parecerles un lujo innecesario. Pero para las personas que no gozan de una sólida infraestructura y de un suministro local de agua potable o alimentos, no disponer de agua o alimentos envasados podría suponerle, literalmente, un peligro para su existencia.